¿Por qué nos quedamos en vínculos abusivos?

Experimentar relaciones o vínculos abusivos en la edad adulta puede ser un tema complejo y multidimensional, que suele tener su raíz en las primeras experiencias relacionales ancladas en la niñez, las cuales pueden ir reforzándose a lo largo de las distintas etapas del desarrollo. 
En primer lugar, las personas que han experimentado vínculos parentales basados en la hiperexigencia y en las altas expectativas de los adultos, suelen desarrollar patrones de comportamiento tendientes a la sumisión y la complacencia, con alta dificultad para establecer sus propios límites y tolerar frustraciones. Este patrón vincular infantil, provoca el aprendizaje por refuerzo, es decir, que mientras más un niño complace las expectativas de los adultos, más amado se siente por ellos, y a la inversa, genera el temor de que si fracasa en las expectativas de los padres, éstos no lo aprobarán y entonces podrían retirarle su afecto.

Esta dinámica, en la etapa adulta, se ve reflejada en relaciones establecidas desde la baja autoestima y el miedo al rechazo y abandono, por lo tanto, lo que comanda y hace que nos quedemos en un vínculo abusivo, suele ser la angustia a perder el “amor” del otro, ya que desde pequeños, aprendimos que cuanto más complacemos, más valiosos y queridos somos. La falta de experiencias vinculares distintas a lo largo de la vida, por otro lado, refuerza la normalización del patrón infantil, dificultando el aprendizaje de modos de relación diferentes.

La importancia de revisar estos patrones primarios radica entonces en decodificar cómo la persona ha interiorizado el afecto, a qué estímulos los ha asociado y cuáles son las modalidades de respuesta que ha encontrado como eficaces frente a la necesidad de ser amado/a. Mediante un proceso terapéutico de deconstrucción y reconstrucción de dichos patrones, es posible entender e incorporar otras formas de relación en las que las personas puedan, en primera instancia, valorarse y aceptarse a sí mismas, para luego romper con los círculos de abuso emocional y establecer así vínculos saludables.

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